Project Description
Revelar lo oculto
8 de septiembre 2021
Texto Curatorial
La revelación es el acto de descubrir algo que era previamente secreto o ignorado, incluso sagrado para ciertas personas o grupos y cuya visibilización es posible gracias a que alguien creó el contexto y la narrativa para esa manifestación y transmisión de lo previamente oculto. Revelar requiere fuerzas e inteligencias de distintos grados o intensidades: físicas, psíquicas, espirituales, verbales. Otra forma de entender la revelación es a través del concepto de apocalipsis: momento en el cual una o más verdades y conocimientos significativos y bajo el control de unos pocos son compartidos. Aquello que previamente tapaba, disfrazaba, camufleaba el origen y el orden de las cosas, es removido o desplazado. En este sentido, hay un colapso del orden anterior, solo así puede instaurarse uno nuevo. El acto de revelación abrirá inevitablemente un limbo, una dimensión espacial y temporal para la transformación. Acceder a esta zona liminal, habitarla, es reconocer que en ella existe la posibilidad de trascender estos órdenes anteriores, sentidos del mundo ya agotados. También es una zona de conflicto pues implica la pérdida de grandes narrativas, de afiliaciones sociales, políticas y afectivas, de ideologías, incluso de lenguajes. Esta disolución de signos, de pérdida de representaciones y categorías, puede ser el campo para la invención y la renovación. Para la transmutación, para la creación de otros estados, formas, condiciones, cualidades. Las revelaciones ocurren constantemente, algunas se manifiestan de manera sutil, otras lo hacen con grandilocuencia. En el caso de las revelaciones que las obras presentadas en este tercer capítulo de Aquelarre llevan a cabo, todas son provocadas, invocadas y llevadas a sus últimas consecuencias. Se habla con los muertos, se accede a los territorios de la mente, se revelan estructuras patriarcales de represión y violencia anteriormente no reconocidas, se liberan fuerzas que descompensan y llegan a colapsar sistemas de poder, se habitan cuerpos para desatar tensiones, se activa la memoria para recordar lo olvidado. En todo este capítulo hay extrañamiento, cambios en el diagrama de lo sensible que nos son imposibles de detectar con el mapa de referencias de siempre, necesitamos uno nuevo. La revelación es entonces un evento o acontecimiento en el cual lo cotidiano es desplazado para que lo otro, la otra, les otres se configuren, se constituyan subjetividades, nuevas conciencias que se actualizan durante la revelación. La norma es alterada, interrumpida. La revelación implica suspender espacio y tiempo para dar paso al cuestionamiento, a la expectativa y al asombro, a la reconfiguración del mundo y de nuestras interacciones, a la disposición de permitirnos ser afectades e integrar esta nueva información que se nos ofrece. Para muchos la revelación equivale a una catástrofe, al colapso del centro. Más nada permanece oculto para siempre. Para otras y otres, la revelación es necesaria para pasar de un estado de decepción a uno de adquisición de sentidos, relaciones y posibilidades actualizadas. Toda revelación deja rastros, evidencias de su manifestación. Son esas evidencias las que se presentan aquí.
Texto Curatorial
La revelación es el acto de descubrir algo que era previamente secreto o ignorado, incluso sagrado para ciertas personas o grupos y cuya visibilización es posible gracias a que alguien creó el contexto y la narrativa para esa manifestación y transmisión de lo previamente oculto. Revelar requiere fuerzas e inteligencias de distintos grados o intensidades: físicas, psíquicas, espirituales, verbales. Otra forma de entender la revelación es a través del concepto de apocalipsis: momento en el cual una o más verdades y conocimientos significativos y bajo el control de unos pocos son compartidos. Aquello que previamente tapaba, disfrazaba, camufleaba el origen y el orden de las cosas, es removido o desplazado. En este sentido, hay un colapso del orden anterior, solo así puede instaurarse uno nuevo. El acto de revelación abrirá inevitablemente un limbo, una dimensión espacial y temporal para la transformación. Acceder a esta zona liminal, habitarla, es reconocer que en ella existe la posibilidad de trascender estos órdenes anteriores, sentidos del mundo ya agotados. También es una zona de conflicto pues implica la pérdida de grandes narrativas, de afiliaciones sociales, políticas y afectivas, de ideologías, incluso de lenguajes. Esta disolución de signos, de pérdida de representaciones y categorías, puede ser el campo para la invención y la renovación. Para la transmutación, para la creación de otros estados, formas, condiciones, cualidades. Las revelaciones ocurren constantemente, algunas se manifiestan de manera sutil, otras lo hacen con grandilocuencia. En el caso de las revelaciones que las obras presentadas en este tercer capítulo de Aquelarre llevan a cabo, todas son provocadas, invocadas y llevadas a sus últimas consecuencias. Se habla con los muertos, se accede a los territorios de la mente, se revelan estructuras patriarcales de represión y violencia anteriormente no reconocidas, se liberan fuerzas que descompensan y llegan a colapsar sistemas de poder, se habitan cuerpos para desatar tensiones, se activa la memoria para recordar lo olvidado. En todo este capítulo hay extrañamiento, cambios en el diagrama de lo sensible que nos son imposibles de detectar con el mapa de referencias de siempre, necesitamos uno nuevo. La revelación es entonces un evento o acontecimiento en el cual lo cotidiano es desplazado para que lo otro, la otra, les otres se configuren, se constituyan subjetividades, nuevas conciencias que se actualizan durante la revelación. La norma es alterada, interrumpida. La revelación implica suspender espacio y tiempo para dar paso al cuestionamiento, a la expectativa y al asombro, a la reconfiguración del mundo y de nuestras interacciones, a la disposición de permitirnos ser afectades e integrar esta nueva información que se nos ofrece. Para muchos la revelación equivale a una catástrofe, al colapso del centro. Más nada permanece oculto para siempre. Para otras y otres, la revelación es necesaria para pasar de un estado de decepción a uno de adquisición de sentidos, relaciones y posibilidades actualizadas. Toda revelación deja rastros, evidencias de su manifestación. Son esas evidencias las que se presentan aquí.
Cannon Bernáldez
Chantal Peñalosa
Claudia Peña Salinas
Metzilocan, 2019
Video y sonido. 10’30”
Fabiola Menchelli
Eros, 2019-2020
Impresión de pigmento archival sobre papel de fibra. 61 x 50 cm.
Jiku, 2019-2020
Impresión de pigmento archival sobre papel de fibra. 71 x 101 cm. Edición 1/3+2ap.
Acitti, 2019-2020
Impresión de pigmento archival sobre papel de fibra. 61 x 50 cm. Edición 1/3+2ap.
Yoru, 2019-2020
Impresión de pigmento archival sobre papel de fibra. 61 x 50 cm. Edición 1/3+2ap.
Galia Eibenschutz
Zona de penumbra, 2021
11’41”, 16:9 4K. Comisión especial de Aquelarre.
Lourdes Grobet
Grobet Witch Project, 2005
Video monocal, 4’00”.
Marilá Dardot
Tania Candiani
Pulso, 2016-2018
Registro fotográfico de performance realizado en el Sistema de Transporte Colectivo Metro.
La exhibición de la video instalación sonora puede visitarse en el Centro Cultural España (CCE) hasta enero de 2022. Colaboración especial entre Fundación Marso y CCE.
Valentina Díaz
No somos el río, 2018
Performance realizado y registrado en 2021 para Aquelarre. Duración 13″20′.
Virginia Colwell
The Neykia, 2021
Video monocal. Duración 10” 38’. Obra comisionada para Aquelarre.